El rumor del viento trae las voces de la historia, hablan los sueños callados. El pausado transcurrir de los flamencos andinos en la laguna donde esta travesía comienza, es el preludio de una región atravesada por la belleza y el silencio, de un tiempo disidente, resistiendo la celeridad de la vida impuesta por la contemporaneidad. Estamos en la base de la cara sur del Volcán Veladero, la historia estalla en sus piedras, en sus lagunas, y en su punto final, donde aún sobreviven los rastros de lo que fuera un santuario de altura, un escenario ceremonial durante el período de influencia Inca.
Los cielos azules que acompañan las jornadas de viaje a las altas tierras estremecen; el cielo, como las montañas, siempre estuvo lleno de caminos, de vida, de verdad. A veces los refugios tienen forma de intemperie, la luz pareciera posarse en aquello que importa y bajo las estrellas uno descubre el amparo. Entre campamentos las lagunas surgen como una epifanía, para ciertos lugares y personas el agua es concebida como la “sangre de la vida agrícola andina”, fluye descendiendo de las lagunas y glaciares para fertilizar los campos. Pero la desglaciación ha dejado huérfanas a muchas lagunas, agonizan en medio de la vastedad. Que vértigo produce imaginar este alto mundo sin lagunas, sin nieves eternas, si agua.
Atravesar de sur a norte el Volcán Veladero con el peso de toda la expedición es uno de los objetivos. Ser parte del retorno a la montaña de Gustavo Soto Nadir, el amigo, el hermano, otro. La voluptuosidad escarpada de este volcán y la curiosidad de sus formas demoran nuestra llegada a su remate, a ese extremo que domina el horizonte de picos y valles, donde se produce el arrebato de los sentidos. Caminamos con la lenta porosidad de las horas y la meteorología como aliados, dibujando una ruta propia, con el alma oronda, nos creemos sumergidos en los abismos de la tierra.
Pero el siete de febrero, luego de armar y desarmar campamentos, de franquear lagunas de azulados y verdes reflejos, junto al sol en el cenit, tocamos la cumbre sagrada y abrazamos las voces pétreas de la historia. ¡Con que júbilo se ilumina tu rostro querido Gustavo!, con que fuerza y espíritu ejemplar das batalla, con que sensibilidad se devela tu vida ante la belleza inesperada de tu propio reencuentro.
Desde esta cumbre de casi 6.500 msnm que ha sido violentada por los huaqueros (saqueadores de yacimientos arqueológicos) y donde aún permanece un pico que demuestra este asalto al pasado, veo a los glaciares llorar hilos de agua, parecen tener músculos, un gélido pulso se percibe en las crestas de los penitentes, gritan existir, y van dejando gotas de agua turquesa en los recodos de la tierra, acaso, como señales de auxilio. ¡Que belleza y que tragedia a la vez!
En la cima, aún permanece el pico infame con el que violaron la plataforma ceremonial que dotaba de historia a este vigía de roca y nieve (por Gri Moreno).
“Caminar es vivir el cuerpo” sostiene David Le Breton, y yo siento que vivir el cuerpo es vivirlo todo. Descendemos vorazmente del Veladero para meternos en los pliegues geológicos del Volcán Baboso, otro de nuestros objetivos. Y aquí, frente a las lagunas verdes de esta pirámide de roca y nieve, sucede lo inevitable: el llamado insondable del cosmos. Una estrella fugaz atraviesa el ocaso del desierto alto andino riojano y se hunde en la saliente luna, que aparece llena detrás de la cima del nuevo volcán. La incandescencia se mete como un puñal en las ilusiones de una cumbre nocturna, tres almas derrotadas por la beldad y una cima de más de seis mil metros entre crepúsculos. Llegamos a su cúspide por el filo norte central antes de la medianoche, el universo de montañas es ahora un paisaje bajo cero, de encajes blancos y bordes negros.
Nuestra cumbre nocturna. Co. Baboso. 6.070 msnm. (por Gri Moreno).
Nada de lo que pueda sentirse y pensarse en las montañas es intranscendente, nada sabotea la atención, el incontinente ruido del mundo queda atrapado por las fuerzas descomunales del silencio, el corazón y la mente se alinean al ritmo de la tierra y no existe nada más en el mundo que el estar ahí, sintiendo el segundo a segundo de la vida. |
La expedición Veladero (6.436 msnm) - Baboso (6.070 msnm), volcanes localizados en La Rioja, Argentina, tuvo como desenlace la apertura de una nueva ruta por la cara sur del volcán Veladero, e implicó la primer travesía Sur - Norte de este volcán, y el ascenso nocturno al Volcán Baboso por la cara norte para descenderlo luego por el este y regresar por nuestros propios medios a la carretera que conduce a la Laguna Brava.
Gustavo Soto Nadir, Mariela del Valle Flores y esta servidora fuimos parte de este camino de montaña, a ambos les agradezco profundamente la osadía de enfrentar el proyecto, la compañía, lo compartido y lo aprendido junto a ustedes. Mi cariño y confianza les pertenece desde hace años. También extiendo especialmente mi agradecimiento a mi querido amigo Horacio Sánchez, por compartirme caminos y sueños; a la gente de vialidad de Barrancas Blancas, particularmente la gran generosidad de René Carrizo; y a Enrique Bolsi, por hacerme saber que estarías en la zona por cualquier necesidad, por tenerme en tus pensamientos mientras todo sucedía.
Gracias de corazón a su vez, a todas las personas que soplan al universo buenas energías en cada expedición que emprendo, emprendemos.
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